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COMUNIDAD PSICO



“LA SEXUALIDAD EN EL CONTEXTO FREUDIANO”


Introducción


En 1.915 en el texto “Pulsiones y destinos de pulsión”S. Freud afirma que la pulsión es “como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma” (1). A diferencia del estímulo que es producido por excitaciones que provienen desde el exterior y que golpea momentáneamente, la pulsión es constante llegando desde lo somático al psiquismo a través de un representante.

Expresa que la pulsión es un requerimiento de trabajo para la vida anímica- fuerza o empuje-. La fuente de la pulsión es una excitación corporal que parte de zonas erógenas , es decir de algunas áreas de la piel o mucosa en las que ciertas estimulaciones provocan una sensación placentera. Esto provoca un estado de tensión y la meta o fin es cancelar ese estado de tensión, es decir alcanzar, mediante una acción, la satisfacción a través del objeto- que es el que produce la atracción sexual hacia quien se dirige la pulsión-

Así, empuje, fuente, meta o fin y objeto son los cuatro términos que se conectan con el concepto de pulsión y que nos permiten compararla con el instinto.
Según la definición de Laplanche y Pontalis el instinto es “un comportamiento hereditariamente fijado y que aparece en forma casi idéntica en todos los individuos de una misma especie(...).Cuando Freud habla de Instinkt, es para calificar un comportamiento animal fijado por la herencia, característico de la especie, preformado en su desenvolvimiento y adaptado a su objeto” (2)

Consideremos el siguiente cuadro comparativo:

OBJETO FIN O META FUENTE EMPUJE

INSTINTO sexo opuesto reproducción genitales cíclico
sexual

PULSIÓN errático satisfacción zonas erógenas fuerza
constante

La sexualidad humana no se reduce al encuentro entre macho y hembra, por lo que no es equiparable a la genitalidad. Por otra parte al referirse a sexualidad en sentido amplio, Freud tuvo en cuenta no sólo la sexualidad del adulto, sino también la sexualidad infantil y la sexualidad perversa.

La sociedad de la época sólo admitía la sexualidad del adulto justificada por la perpetuación de la especie y en cuanto a la sexualidad perversa sólo era reconocida con indignación moral exigiendo una vida sexual idéntica para todos, desconociendo las desigualdades en la constitución sexual de los seres humanos.


Sexualidad Perversa

En la 20° conferencia del texto “Conferencias de Introducción al Psicoanálisis”, establece el autor que si nos interrogamos por lo sexual, podemos centrarnos en torno al acto sexual en el sentido de aquello por lo cual se obtendría una ganancia de placer a través de la unión de los órganos genitales del otro sexo, pero se excluyen algunas situaciones en las cuales no cuenta como condición la diferencia de los sexos.

También podríamos centrarnos en la función de reproducción y de esta manera se excluyen todas las prácticas que no procuran ese objetivo, tales como la masturbación, la mirada, etc. Por otra parte reconoce que con frecuencia se hallan sujetos cuyas prácticas sexuales se apartan o no incluyen la posibilidad del coito y de la reproducción sexual: se refiere a la sexualidad perversa y a la sexualidad infantil. Es decir que desde una perspectiva más abarcadora y completa la sexualidad no es equiparable a la genitalidad del adulto.

En cuanto a la sexualidad perversa, Freud indica que hay quienes sólo se sienten atraídos por aquellos de su mismo sexo, aunque esto no los define como una especie particular de seres humanos, no tienen por este rasgo una condición superior o inferior al resto. En lo constitucional todos los seres humanos son capaces de una elección de objeto del mismo sexo, esto queda latente o se desarrolla por determinadas variables que se ponen en juego en la singularidad de cada historia. Nada estaría dado de antemano ni constituye una obviedad, la conducta sexual definitiva sólo se determina en la pubertad.

Esto lleva al autor a concluir que no hay un enlace fijo entre la pulsión sexual y el objeto, sino sólo una “soldadura”, un nexo laxo que hace que afirmemos que el objeto sexual en este contexto es errático, es contingente.

Están aquellos que renuncian al encuentro genital y reemplazan a la vagina por otros objetos que cobraron el estatuto de ésta. Y otros que obtienen satisfacción con aquello que en lo común son preliminares al acto sexual- como palpar y mirar y toda acción preparatoria que busca luego la continuación del proceso y el arribo al acto. En este caso estas acciones que aportan placer son un fin en sí mismas.

Freud hace particular referencia al fetichismo como modalidad donde el objeto fetiche primeramente tiene relación con el objeto sexual pero luego se independiza y lo sustituye totalmente. Puede hallarse en el cuerpo y parecer inadecuado o absurdo como un pie o estar fuera del cuerpo y ser un objeto inanimado como una prenda.

Asevera que en la perversión además de desviaciones en relación al objeto y a la meta se da el fenómeno de la exclusividad y la fijación, en relación a éstos. Se reemplazan acciones para obtener placer como un fin en sí mismo, es decir adquieren exclusividad y fijación. Cuando estas mismas prácticas- palpar, mirar, etc- acompañan a la meta sexual llamada normal, no configuran una perversión, sólo cuando la sustituyen.

Cuando se reemplaza el objeto sexual normal por el objeto fetiche, nuevamente hallamos exclusividad y fijación, porque en la vida amorosa podemos ver que se produce una sobreestimación del objeto sexual atribuyéndole cualidades inexistentes y sobredimensionando las existentes, finalmente se “fetichizan” objetos vinculados a este objeto sexual sobre-valorado. Esto no constituye una perversión, pero se reconoce como patológico cuando el objeto fetiche- por ejemplo un pañuelo - reemplaza al amado y se desprende de esa persona pasando a ser un objeto sexual por sí mismo.

De cualquier modo, dice el autor que el perverso hace lo que el neurótico sueña hacer. Así los síntomas son una expresión de pulsiones sexuales que serían perversas si se exteriorizaran directamente. Se manifiestan indirectamente, por medio del síntoma, de ahí que afirma que “la neurosis es el negativo de la perversión”

Sexualidad Infantil

Respecto de la sexualidad infantil, Freud cuestionaba: si el niño es asexuado e inocente y la sexualidad “despierta” en la pubertad: ¿qué ocurre hasta ese momento?

De los tratamientos con sus pacientes y la nueva bibliografía existente en la época sobre el tema, recoge algunos indicios que denomina “exteriorizaciones sexuales infantiles” y sus rasgos esenciales que le permiten emprender una frondosa investigación a posteriori.

Principalmente a través del método de la observación directa, ubica en el niño ciertas actividades que éste ejerce con placer sexual: el chupetear o mamar con deleite, el retener y expulsar las heces y el onanismo.
Todas ellas detentan ciertos rasgos esenciales:
- Nacen apuntaladas en una de las funciones corporales esenciales para la vida.
- Son predominantemente autoeróticas porque se satisfacen en el cuerpo propio.
- Su meta sexual, es decir las actividades ejercidas en pos de la satisfacción, se halla bajo el imperio de una zona erógena. Así observó una primacía oral, luego anal, fálica y sólo en la pubertad declara el establecimiento de la primacía genital.

En 1.905 en la primera edición de “Tres ensayos de teoría sexual” describió actividades orales y anales, pero sin referencia a una organización. En 1.913 en el texto sobre “La predisposición a la neurosis obsesiva” introduce el concepto de organización pregenital describiendo primeramente la organización anal, y recién en la reedición de Tres ensayos... en 1.915 especifica la organización oral, y finalmente la fálica en el texto “La organización genital infantil” de 1.923.

En este escrito afirma: “...al comienzo el acento recayó sobre la fundamental diversidad entre la vida sexual de los niños y la de los adultos; después pasaron al primer plano las organizaciones pregenitales de la libido, así como el hecho asombroso, y grávido de consecuencias, de la acometida en dos tiempos del desarrollo sexual. Por último, reclamó nuestro interés la investigación sexual infantil, y desde ahí se pudo discernir la notable aproximación del desenlace de la sexualidad infantil (...) a su conformación final en el adulto. (3) - Subrayado es nuestro-

Tomamos de este párrafo primeramente lo destacado: La organización libidinal se compone de ciertas fases llamadas pregenitales – oral y anal- como asimismo por la fase genital infantil o fase fálica que se interrumpe por el período de latencia sexual hasta la instauración en la pubertad, de la genitalidad del adulto.

Pubertad
Fases pregenitales OGI Período de latencia sexual Genitalidad
Fase oral // Fase anal Fase fálica


En la fase oral el niño obtiene satisfacción a través del pecho materno- objeto- es decir que ésta estaría apuntalada en la necesidad de alimento- una de las funciones que sirven a la conservación de la vida-.

Al principio la satisfacción está conectada a la nutrición y los labios y mucosas bucales constituyen una zona erógena. La meta sexual es la satisfacción obtenida por incorporación del objeto. No hay aún opuestos pulsionales porque si bien el niño comienza tomando un objeto ajeno para su satisfacción, el pecho materno no está fuera de él, hay indistinción. Lentamente se van separando la nutrición de la satisfacción sexual- época del destete, dentición- y queda un residuo que es el chupeteo. Esto se produce cuando se vuelve hacia su cuerpo propio, es decir que halla el objeto allí y convierte la actividad en autoerótica. La meta o fin es la satisfacción derivada del chupeteo, que es un contacto de succión que ya no tiene por fin la nutrición.

En la fase anal el niño obtiene una satisfacción que se apuntala en la función corporal de la eliminación de heces. Al adquirir el control de esfínteres anales, el pequeño regula esta actividad a través de la retención y expulsión- constituida como meta sexual- que provocan intensas sensaciones en la mucosa del recto. Con la musculatura del recto retienen y logran una gran excitación en la mucosa intestinal expulsando con placer. Ubicamos dicha actividad y pasividad como opuestos pulsionales: activamente retiene y expulsa, través de la musculatura- pulsión de apoderamiento, de dominio del objeto- y recibe pasivamente el placer en la mucosa erógena del intestino. Recibe pasivamente las excitaciones que activamente produce.

Debemos aclarar que el niño retiene para procurarse placer en su propio cuerpo, placer autoerótico, pero también para marcar su relación con el medio.

Fines masturbatorios
Retención de heces obediencia
y expulsión Fines sociales desafío

Como expresión de obediencia ofrece las heces como su primer regalo- heces= regalo, luego, heces= regalo= hijo porque según una teoría infantil los hijos se adquieren por la comida y se expulsan por el ano.
Como expresión de desafío rehúsa someterse al mandato materno en el lugar y momento que se le indica.

Las zonas erógenas son regiones de la piel y mucosas que se van estableciendo en el cuerpo por la libidinización materna, es decir que determinadas estimulaciones que recibe de sus cuidados van provocando sensaciones placenteras que las configuran. Si bien hay zonas predestinadas, zonas de intercambio con el ambiente que suscitan en la madre mucha atención – boca por donde el niño incorpora, vejiga y ano por donde elimina- cualquier sector se puede erogenizar

Cuando el pequeño descubre sus genitales y las sensaciones que le proveen se establece la fase fálica u organización genital infantil, tan vasta en consecuencias. Esta fase declina con un disminuir en el fluir de las pulsiones y a este período Freud lo denomina “Latencia sexual”, término acuñado por Fliess, que se caracteriza por la aparición de inhibiciones de la pulsión sexual en forma de diques anímicos –angostamientos en el paso- que detienen en parte el flujo de las pulsiones y constituyen verdaderas formaciones reactivas, es decir actitudes de sentido opuesto a un deseo sofocado, que se presentan como reacción contra éste. Por ejemplo el pudor que se opone a tendencias exhibicionistas. Este período se interrumpe con la pubertad o establecimiento de la organización sexual del adulto propiamente dicha.

Durante las fases pregenitales y en la fase fálica el niño se permite todo, de nada se priva. Todas las pulsiones en forma independiente buscan manifestarse y satisfacerse. La sexualidad infantil es polimorfa, adquiere múltiples formas, son múltiples las vías de satisfacción. Dice además que es una sexualidad perversa porque no tiene por fin el coito reproductivo.

El niño encuentra satisfacción en su propio cuerpo, de manera autoerótica, así sin tropiezos morales obtiene placer de cada pulsión parcial. Esto marca una diferencia con la pubertad, en que las pulsiones parciales quedan subordinadas al primado genital. Es decir que la satisfacción de cada pulsión parcial sería una preparación para el acto sexual. Para el adulto perverso no hay primacía genital, y se detiene en el placer de esas acciones preliminares, que son un fin en sí mismo. Por eso el niño que busca una ganancia de placer de cada una de las pulsiones parciales por separado, se comportaría como un perverso. Expresa Freud que el niño es un perverso polimorfo.

¿Cuáles serían esas pulsiones parciales por separado? Teniendo en cuenta las fases mencionadas, podemos enunciar pulsión oral y anal y la correspondiente a la fase fálica que lo llevaría a la práctica onanista. Se trata de actividades autoeróticas, es decir que hallan el objeto en el cuerpo propio. Sin embargo, dice Freud que desde el comienzo se observan en el niño componentes que involucran a otras personas, llevado por la pulsión de ver, exhibir y crueldad, que proviene de la pulsión de apoderamiento. Todas éstas, se ejercen en actividades denominadas aloeróticas. El prefijo “alo” significa “otro”.

Por la pulsión de apoderamiento el lactante toma el pecho materno, lo aprieta, lo muerde, conducido por el fin de dominio del objeto. Posteriormente juega con las heces, se muestra desnudo, mira los genitales de otros niños y admite la influencia temprana de la seducción. Tiene disposición para la transgresión porque cuenta con muy pocas resistencias al no haber aparecido aún en él los diques anímicos contra las desmesuras sexuales: nos referimos a la vergüenza, al asco y la moral. Decíamos que le complace mostrarse desnudo, no siente vergüenza, respondiendo a la satisfacción de la pulsión de exhibir. Esto puede ser espontáneo o bajo el influjo de la seducción. Luego aparece un poco de vergüenza, y ya no se mostraría sino que buscaría ver a otros mientras juegan o cuando usan el baño, llevado por la pulsión de ver.

El niño es cruel, lo vemos a diario cuando aplasta como por un juego todo bichito que ve por ahí y cuando somete a sus mascotas, pero también cuando les pega sin piedad a sus hermanos, amigos y cualquiera que se interponga a sus fines. La compasión o el cuidado ante el dolor ajeno se desarrolla solo más tarde, cuando comienza el período de latencia y se elevan los diques anímicos.

La moción cruel proviene de la pulsión de apoderamiento, que ya se exteriorizaba en el mamar con prensión y fuerza, pero tiene mayor poder en la fase anal, por lo que esta fase se suele llamar sádico anal. El dolor que el niño ocasiona también lo puede recibir en el tan común castigo en las nalgas, dando fundamento a la meta pasiva de crueldad- masoquismo-

Si seguimos con el examen del párrafo que citamos con anterioridad Freud señala “reclamó nuestro interés la investigación sexual infantil” y agrega que es desde ahí donde se vislumbra desde la sexualidad infantil, la conformación final en el adulto.

Al hablar de investigación sexual infantil Freud hace referencia a la pulsión de saber, a la cual ubica como una combinación de la pulsión de apoderamiento y la pulsión de ver. La pulsión de saber lleva al niño a investigar predominantemente respecto de temas sexuales: 1-¿De dónde provienen los niños?, y 2- ¿Cómo se relacionan sexualmente los padres?.

Para la primera cuestión le surgen múltiples respuestas que dan origen a las teorías sexuales infantiles ( los bebés vienen del pecho, se fecundan por haber comido algo especial y se los expulsa por el intestino o salen del ombligo, etc.)

Para la segunda, si percibieron algún indicio del acto sexual, lo consideran como algo que provoca dolor y sometimiento. Mediante estos sondeos, el niño quiere saber pero le falta información:
-La presencia y función del semen fecundante (productos genésicos)
-La existencia del genital femenino.
Es decir que no saben de la eyaculación y no reconocen más que un solo genital, de ahí que la investigación sexual infantil fracase y el pequeño investigador termine renunciando, pudiendo producir un deterioro en la pulsión de saber. Sólo a veces, porque esta insuficiencia de datos instala al sujeto desde la más tierna infancia en la búsqueda de la verdad, y aunque ya haya alcanzado la edad adulta la seguirá buscando sin atraparla jamás porque siempre aparece velada, como mujer con velos. La verdad es escurridiza: “¿qué es la verdad?. No sabemos, nos parece que es eso que siempre le está faltando al saber, sería la falta, la falla, lo que se escurre de la trama del saber mejor articulado” (4)

En el curso de sus investigaciones el niño deposita su interés en su pequeño pene por la gran excitabilidad que se despierta en este momento de su vida. Como ya quedó planteado buscará mostrarse desnudo y ver los genitales de otros niños llevado por una pulsión de exhibir y de ver respectivamente, todo lo cual contribuirá a un gran descubrimiento: no todos los seres tienen pene. Este hallazgo caracteriza a la organización genital infantil o fase fálica.

El niño percibe que no todos tienen un genital como el suyo, y respondiendo a una lógica atributiva reconoce un solo órgano genital: el masculino. Esto se deriva de lo que ha sido denominado la “premisa universal del pene” y es lo que lleva a Freud a afirmar que en esta fase no hay primacía genital, sino primacía fálica y constituye la diferencia más ostensible entre la Organización Genital Infantil y la Organización Genital propiamente dicha que se instaura en la pubertad.

El sujeto está perturbado por las sensaciones que recibe desde este órgano y decide ocuparse de él para hallar un sentido, e identificar esa situación buscando articularla en términos significantes, es decir que busca encontrar representaciones.

Señala Freud: “Esta parte del cuerpo que se excita con facilidad, parte cambiante y tan rica en sensaciones, ocupa en alto grado el interés del niño y de continuo plantea nuevas y nuevas tareas a su pulsión de investigación. Querría verlo también en otras personas para compararlo con el suyo; se comporta como si barruntara que ese miembro podría y debería ser más grande. La fuerza pulsionante que esta parte viril desplegará más tarde en la pubertad se exterioriza en aquella época de la vida, en lo esencial, como esfuerzo de investigación, como curiosidad sexual” (5)

Al comienzo el niño niega tal falta en la niña, y afirma que ya le crecerá, después supone ver el resultado de un corte apareciendo el temor concomitante a ser despojado también, sobreviniendo un gran menosprecio ante ese ser cercenado y ominoso. Aunque al comienzo cree que algunas mujeres muy ruines lo perdieron pero que su madre lo tiene.

Sólo deja de asignar un pene a su mamá cuando conoce sobre el nacimiento de los bebés, es decir que acepta esta falta por una compensación: no tiene pene pero puede tener un niño, desconociendo aún el genital femenino. Momento crucial en el cual es el reconocimiento de la castración en la madre, que lo hace retroceder.

El pequeño ya había sido amenazado por tocarse o por mojar la cama, y estas amenazas no habían sido tenidas en cuenta. Sólo comienzan a ser consideradas cuando reconoce fehacientemente la falta en la niña, y finalmente en su propia madre.

Por lo que podemos ubicar aquí dos momentos, siendo el segundo el que re-significa al primero:

1- Amenazas Verbales
2- Visión de Ausencia

Las amenazas verbales cobran vigor a partir de la visión de ausencia dando lugar al complejo de castración de la fase fálica.

En 1.925 en el texto “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica entre los sexos” afirma el autor que en la niña ocurre distinto -anteriormente había sostenido una cierta simetría entre la niña y el varoncito- dice que la niña reacciona con decisión: ve, sabe que no lo tiene y quiere tenerlo.

Esto trae como consecuencia la envidia fálica – penisneid- que acarrea otras consecuencias psíquicas tales como:

- Sentimiento de inferioridad : siente la falta como el resultado de una sanción hasta que acepta la diferencia como rasgo universal.

- Afloja el vínculo cariñoso con la madre por haberla traído al mundo con una carencia, en forma incompleta. Esto suele perdurar toda la vida.

- Desiste de la masturbación: había considerado su pequeño clítoris como un pene, luego abandona esta actividad masturbatoria de rango masculino y se conduce hacia la femenidad.

Renuncia a la idea de pene y la sustituye por la idea de hijo (como puede notarse en el juego con muñecas) tomando ahora al padre como objeto de amor.

Por el complejo de Edipo buscará sustituir a su madre para estar junto al padre. Indica Freud que en la niña el complejo de Edipo es una formación secundaria porque lo precede el complejo de castración: ante el reconocimiento de la falta sobreviene el complejo de Edipo para obturarla.

Aunque por otro lado, la niña no tendría que sentirse castrada de un órgano que nunca tuvo, no habría respecto del varoncito una lógica complementaria e inversa: lo que no ocurre allí, ocurre ahí. No se trata de que tuvo y se lo cortaron, esa es una versión masculina.

Freud afirma que en el varoncito el complejo de castración lo hace apartar del complejo de Edipo rápidamente, porque es urgente. En 1.924 en el texto “Disolución de complejo de Edipo” expresa que el onanismo de la fase fálica es sólo la posibilidad de cancelar la excitación correspondiente al complejo de Edipo. Toma como objeto de amor a la madre y despliega hostilidad hacia el padre en una posición masculina o de satisfacción activa, aunque también el complejo de Edipo admite una satisfacción pasiva: reemplazar a la madre frente al padre.

Ante la amenaza de castración, renuncia a las dos posibilidades de satisfacción provenientes del complejo de Edipo, porque desde ambas la consecuencia es la pérdida de pene.

En el texto de 1.924 que citamos anteriormente señala: “Si la satisfacción amorosa en el terreno del complejo de Edipo debe costar el pene, entonces por fuerza estallará el conflicto entre el interés narcisista en esta parte del cuerpo y la investidura libidinosa de los objetos parentales. En este conflicto triunfa normalmente el primero de esos poderes: el yo del niño se extraña del complejo de Edipo. (...) Las investiduras de objeto son resignadas y sustituidas por identificación. La autoridad del padre, o de ambos progenitores, es introyectada en el yo (...)”(6)

De esta forma se constituye el Superyó como heredero del complejo de Edipo, tras su sepultamiento.

Cabe aclarar que el Complejo de Edipo no es una mera anécdota de amores y odios sino que es una estructura legal que pre-existe al sujeto, que lo espera. Es una estructura que ordena y distribuye lugares sustentada en tiempos lógicos, que nos permite pensar en un pasaje del mito del Edipo a esta estructura lógica con funciones y variables.

Señalamos anteriormente que tras el sepultamiento del complejo de Edipo, las tendencias libidinosas pierden ese carácter y se mudan en tendencias sentimentales –ternura- y la instancia parental es introyectada como Superyó.

Se interioriza la crítica parental o amenaza de castración como una instancia de auto-observación y juzgamiento del yo actual al que compara con el ideal.

Así se inicia el período de latencia sexual que interrumpe la Organización Genital Infantil, y que anuncia el acceso a la instauración de la pubertad.



Metamorfosis de la Pubertad


En el texto de 1.923 “La organización Genital Infantil” Freud establece un paralelo entre la sexualidad infantil de la fase fálica y la organización genital del adulto:

-En referencia a la elección de objeto señala que en la fase fálica el objeto incestuoso atrae hacia sí todas las aspiraciones sexuales. En la pubertad el objeto sexual es no incestuoso.
La elección de objeto de la pubertad se ejecuta primeramente en las fantasías que muestran las inclinaciones incestuosas más tempranas, reforzadas ahora. Paralelamente se produce un desprendimiento respecto de la autoridad parental y quienes no lo logran hallan muchos obstáculos en el hallazgo de una pareja o en el sostenimiento de una relación de amor.

El hallazgo de objeto en realidad es un re-hallazgo o re-encuentro de objeto. Porque en la infancia la primera satisfacción hemos ya visto que está conectada con la nutrición y la pulsión sexual halla el objeto fuera del cuerpo propio: el pecho materno. Cuando el niño
constituye la representación global de la persona que lo nutre, la pulsión pasa a ser autoerótica. Sólo en la pubertad se restablece la relación primera según el modelo de lazo que se instauró en la lactancia y que se plasmará en todo vínculo amoroso.


El hallazgo de objeto se realiza por dos vías: 1- Apuntalamiento en modelos infantiles
(en la madre nutricia y en el padre protector) 2- Narcisista que busca al yo propio y lo halla en otros (el que quiso ser, el que una vez fue, el quiere ser).

Ni aún en los casos en que no hay fijación incestuosa de la libido es evitable este influjo.

Entonces, hay un cierto número de elecciones infantiles que se actualizan después del período de latencia sexual

La ley del padre prohíbe el autoerotismo – como ya lo indicamos, Freud planteó que el onanismo es sólo la descarga genital de la excitación proveniente del complejo de Edipo- Ante la irrupción de la pubertad se produce un llamado a un encuentro sexual, ahora podemos decir con más rigurosidad y precisión que se trata de un llamado a un encuentro genital, con aquello que el joven ignora, hay un saber que falta, luego lo sabe porque lo aprende, pero no lo sabe a priori, no es algo innato.

-En cuanto al interés dedicado a los genitales, tanto en la fase fálica como en la pubertad se observa que es elevado, aunque en la fase fálica al reconocer un solo genital, habría un primacía fálica en tanto que en la pubertad se establece la primacía genital.

-Las pulsiones parciales singulares en la infancia aspiran a conseguir placer cada una desconectadas entre sí. En la pubertad estas pulsiones parciales se ubican bajo el primado de los genitales.

-La meta sexual en la infancia es única, es decir, es la satisfacción con el placer obtenido de cada una de las pulsiones parciales y zonas erógenas independientes entre sí. En la pubertad hay una nueva meta sexual que se alcanza cuando todas pulsiones parciales cooperan y las zonas erógenas se subordinan al primado genital y consiste en la descarga de los productos genésicos. Esto se produce a través de la estimulación del aparato genital que se manifiesta por signos anímicos- sentimiento de tensión - y por signos corporales – alteraciones en los genitales que anuncian un aprestamiento para el coito.

-Toda excitación sexual produce un sentimiento de tensión, hay un aumento de tensión. Fuera del ámbito sexual todo aumento de tensión en el aparato acarrea displacer y toda disminución se traduce en placer, pero en la esfera sexual se presenta una paradoja. La excitación, efecto de la estimulación de zonas erógenas, que produce un sentimiento de tensión, es experimentada como placentera.

Afirma Freud que por ejemplo el ojo puede ser estimulado por la belleza del objeto sexual y se puede sumar la estimulación de otra zona. De todo lo cual se produce un sentimiento de placer pero que a la vez busca un placer mayor a través del acto sexual. Por lo que el incremento de tensión ofrece la energía necesaria para llegar al acto sexual que brinda un placer final de máxima intensidad con la descarga que elimina temporalmente la tensión. Esto nos lleva a distinguir un placer previo y un placer final .
En la infancia se presenta un placer previo en escala reducida, que es un fin en sí mismo. En la pubertad por medio del placer previo ya más intenso, se produce un placer final de mayor satisfacción. En el caso de las perversiones el placer previo es demasiado intenso e impide que el proceso continúe, por lo que la acción preparatoria reemplaza a la meta sexual considerada normal.

-En la infancia después de la fase fálica, es decir en el período de latencia sexual las aspiraciones sexuales se atemperan y aparece la corriente tierna hacia los objetos parentales. En la pubertad se abandonan los objetos infantiles y aparece la corriente sensual, en tanto la corriente tierna persiste como resto de la fase anterior. Afirma Freud que lograr unir ambas corrientes permite lograr todos las aspiraciones en un solo objeto.

Así vislumbramos la importancia del complejo de Edipo en todas estas determinaciones en la vida sexual del sujeto. Es un complejo nuclear que se circunscribe a una estructura lógica: se trata de la transformación o metamorfosis de una sexualidad fálica única para ambos sexos, en dos posiciones sexuadas diferentes.

Indica Freud que sólo en la pubertad se establece una distinción entre el carácter masculino y femenino. En la niñez sólo se reconocen disposiciones masculinas y femeninas: los diques anímicos se instalan en la niña antes que en el varón porque aparece en ella una mayor tendencia a la represión sexual. Sin embargo la estimulación autoerótica es la misma para ambos, lo que cancela en la infancia la posibilidad de una diferencia entre los sexos como en la pubertad. La sexualidad en la niña tiene un carácter enteramente masculino porque la libido es de naturaleza masculina en el sentido de la actividad. La libido se define como activa porque la pulsión siempre lo es, aún en los casos en que se impone una meta pasiva.

Más allá del orden biológico se necesita una implicación subjetiva del sexo que es, según Lacan, la asunción por parte del sujeto de su propio sexo. Es decir, elegir el lugar que se está dispuesto a asumir y responder desde allí.

Lo anatómico desempeña un papel importante pero no es lo que determina la posición sexual, porque hay una ruptura entre lo anatómico - respecto de la diferencia sexual -, la función reproductiva y el psiquismo.

Dice Lacan en el Seminario 11 refiriéndose a la reproducción sexuada: “ Nadie puede negar esta función en el plano biológico. Pero yo afirmo, siguiendo a Freud, que da fe de ello de todos los modos posibles, que esta función como tal, no está representada en el psiquismo. En el psiquismo no hay nada que permita al sujeto situarse como ser macho o ser hembra”.(7)

Si bien dijimos que las posiciones sexuadas corresponden al dominio simbólico no hay ningún significante de la diferencia sexual, el único significante sexual es el falo, y no hay simbolización del sexo femenino, es decir que para el falo no hay ningún equivalente que le corresponda.

Como en el psiquismo no hay representación de la polaridad sexual, ni de la función biológica de la reproducción sexuada, señala Lacan: “las vías de lo que hay que hacer como hombre o como mujer pertenecen enteramente al drama, a la trama, que se sitúa en el campo del Otro- el Edipo es propiamente eso (...) lo que debe hacer como hombre o como mujer, el ser humano lo tiene que aprender por entero del Otro” (8)

Entendemos que a diferencia del instinto, en el que funciona un reloj biológico que marca los tiempos de acuerdo a un saber con su escenificación y sus rituales, en el ser hablante por habitar el lenguaje, no hay un saber sobre lo que un hombre y una mujer pueden hacer juntos.

Al respecto, hay una vieja fábula de Longo llamada “Dafnis y Cloe” que ilustra bien esto que estamos trabajando: es la historia de dos niños que fueron abandonados por sus padres y que los dioses toman bajo su protección. Así crecen juntos, se conocerán bien, descubrirán todo, pero en determinado momento ya no sabrán qué hacer estando juntos.

El autor describe los sentimientos del muchacho diciendo que pasaba mucho tiempo solo y no sabía cómo hacer para lograr lo que tanto deseaba. Jugaba con la joven, la levantaba y abrazaba pero cada vez estaba más insatisfecho. En una oportunidad se sentó en el suelo y lloró amargamente por saber menos que las cabras sobre las cuestiones que lo inquietaban tanto.

Un día pasó por allí una mujer que invita a Dafnis y se van juntos, será ella la que le explique al muchacho lo que debe hacer. Es decir, que se necesita pasar por el Otro, pasar por la palabra este vacío de saber en lo real en cuanto al sexo. Debe pasar por el Otro, es decir que el joven sabe porque lo aprende, pero no lo sabe a priori.

Y ante este agujero de saber en la irrupción de la pubertad, Lacan hace un comentario de una obra de Wedekind “El despertar de la primavera”: “... De este modo aborda un dramaturgo, en 1.891, el asunto de qué es para los muchachos hacer el amor con las muchachas, marcando que no pensarían en ello sin el despertar de sus sueños” (9).

Se produce un “despertar” hormonal pero fundamentalmente algo despierta en otro orden también que es coadyuvante. Hay un diálogo en esta obra entre un personaje que se llama Mauricio y otro llamado Melchor en el que el primero relata la excitación sexual que sintió mientras estaba soñando: “-¿Remordimientos? ¡Una angustia mortal!. Me creí perdido. Un mal interno me consumía. Al fin, poco a poco me calmé, al ponerme a escribir los recuerdos de mi vida. No recuerdo haber deseado voluntariamente estas excitaciones. ¿De qué manera hemos venido a caer en este torbellino del mundo? He ojeado la enciclopedia Meller de la “A” a la “Z” sin encontrar nada, ¡palabras, nada más que palabras! ¡Oh, esta preocupación del pudor! ¿De qué me sirve el diccionario si no me aclara los problemas inmediatos de la vida?”(10)

Para Mauricio este despertar puberal se hace muy difícil, y no puede responder. En cambio su compañero Melchor da otra respuesta al pudor y consintiendo en la castración, decide un acto sexual aunque sin amor y con culpa. Se re-actualiza la prohibición de gozar del objeto incestuoso y sin embargo se pone en marcha la recuperación de goce a través del entretejido de las historias de amor, que incluyen el cuerpo del otro, alejándose del autoerotismo.

El invierno -período de latencia sexual- antecede a la primavera de la pubertad, la que aparece como la irrupción de lo nuevo, hay por un lado un empuje hormonal que se manifiesta en el cuerpo con los caracteres sexuales secundarios, pero por otro lado lo nuevo se traduce en dos posiciones sexuadas definidas con independencia de lo biológico y como protagonistas en el escenario del amor y del deseo.




NÉLIDA A. MAGDALENA

"CUADRO COMPARATIVO: PROCESO PRIMARIO, PROCESO SECUNDARIO"

PROCESO PRIMARIO
Caracteriza al sistema inconsciente.

Rige el principio de placer.

Apunta a la Identidad perceptiva.

Energía Psíquica libremente flotante.

Busca la rápida descarga de la excitación psíquica.

Tiende a la inmediatez de la satisfacción.

No rige el principio de no-contradicción.

Opera la simultaneidad, es a-temporal y a-espacial.

Funcionan los mecanismos de Condensación y Desplazamiento.

(1) Minimiza la condensación porque el pensar se interesa por las vías de conexión entre las representaciones, las que se suprimen en dicho mecanismo. Minimiza el desplazamiento porque conserva en estado ligado la mayoría de las investiduras, y desplaza sólo una pequeña parte, lo necesario para que la actividad de pensamiento sea posible.

PROCESO SECUNDARIO
Caracteriza al sistema preconsciente.

Rige el principio de realidad.

Apunta a la Identidad de pensamiento.

Energía Psíquica ligada, que después fluye en forma controlada.

Inhibe la descarga, la pospone.

Tiende al aplazamiento de la satisfacción, hasta una mejor oportunidad.

Rige el principio de no-contradicción.

Operan las categorías de tiempo y espacio.

Se minimizan la condensación y el desplazamiento.(1)


Nélida A. Magdalena

"PROCESO PRIMARIO Y PROCESO SECUNDARIO: DOS MODOS DE TRABAJO DEL APARATO PSÍQUICO"

El análisis de los sueños conduce a Freud a reconocer dos modos de trabajo del aparato psíquico con leyes propias y características singulares.
Describe dos procesos psíquicos distintos: a unos los llama correctos y otros los denomina incorrectos. Los primeros provienen de nuestra vida de vigilia, tienen un enlace lógico y pertenecen a la actividad de pensamiento inteligible, en el orden del razonamiento y la acción controlada. Los incorrectos se ponen de manifiesto en la vida onírica con el trabajo del sueño, que crea pensamientos extraños aunque no están desprovistos de sentido, sino que presentan un deslizamiento de sentido.

Así, cuando en la formación del sueño una cadena de pensamientos del preconsciente se pone en contacto con un deseo inconsciente reprimido sufre una serie de transformaciones que dan lugar a estos procesos psíquicos incorrectos. Al decir “incorrectos” no alude a errores de pensamiento, ni equivocaciones o procesos normales que han sido falseados, porque como ya lo expresamos se refiere a un modo de trabajo del aparato anímico.

Algunos de estos procesos psíquicos incorrectos son reseñados por Freud del siguiente modo:

- Con la condensación las intensidades de varias representaciones que tienen algo en común se funden en una unidad, pudiendo omitirse por completo aquellos elementos débiles que sucumben en el trayecto. En esta transferencia de investiduras se produce a la vez un desplazamiento del acento psíquico de un elemento a otro, apareciendo lo principal como accesorio y viceversa.

- Las representaciones intermedias que están al servicio de la condensación, se constituyen por la libre movilidad de las investiduras dando lugar a formaciones mixtas y de compromiso donde los elementos singulares son reconocibles. Por ejemplo en el sueño del tío José que evoca Freud en el capítulo 4 de “La interpretación de los sueños” aparece un personaje con la barba rubia del tío José enmarcando el rostro de su amigo R . Un ejemplo de este tipo pero en el deliz en el habla lo cita el autor en el texto “Psicopatología de la vida cotidiana” cuando describe a un joven que interpela a una dama diciéndole si le permite acom-trajarla, poniendo así de manifiesto su temor a ultrajarla con su proposición de acompañarla.


- Las asociaciones superficiales mantienen un enlace asociativo laxo que sustituye a otro correcto y de pleno sentido. Por ejemplo vocablos que suenan de igual modo pero tienen diferente significación -homofonías- como hola y ola, echo y hecho, savia y sabia, casa y caza. Esto puede dar lugar a equívocos como cuando alguien dice “Se fue de caza” y el interlocutor escucha que huyó de su casa. No es solamente utilizado en el sueño y los lapsus sino que también aparece en el chiste, en este caso tomemos uno muy conocido: “La esposa de Einstein tenía un físico bárbaro”. Esto se produce por el efecto de la multivocidad de las palabras que es ubicado y analizado por este autor, cobrando una valoración que fue desatendida hasta entonces.

- Los pensamientos que se contradicen entre sí no se cancelan unos con otros, sino que se conservan unos junto a otros. Por ejemplo en un sueño puede aparecer un cartel con la imagen de un cigarrillo humeante que es signo de permiso para fumadores, y al lado otro cartel igual con una barra que lo atraviesa, indicando “prohibido fumar”. Esta situación en el sueño es total y parejamente válida.

Todo lo cual suscita en el soñante un sentimiento de gran extrañeza producto del trabajo del sueño a que fueron sometidos los pensamientos, por lo cual se dice: “¡Este sueño es un disparate!”. Se trata en todos estos casos, de sueños no sometidos a la elaboración secundaria.

Aparece una total ausencia de trabazón lógica a raíz de dos aspectos esenciales:
- La energía se vuelve móvil y susceptible de descarga.
- El contenido de los elementos psíquicos pasa a ser algo accesorio.

Para ubicar los dos modos de trabajo que arrojan procesos psíquicos correctos e incorrectos, Freud recurre a la hipótesis conceptual del aparato anímico. E indica uno u otro modo de funcionamiento según se alcance el objeto alucinatorio o el objeto real de satisfacción.

Hemos visto ya en la ficha “Acerca del deseo que se realiza en el sueño” – ficha de estudio que compone una serie de mi autoría respecto a los temas abordados en relación al fenómeno onírico por el programa de esta Cátedra- que el objeto alucinatorio no cancela la necesidad y es preciso recurrir a la actividad de un segundo sistema que evite que la investidura llegue a la percepción. La excitación debía hacer un desvío y por la vía de la motilidad lograr la modificación del mundo exterior, deteniendo la regresión completa para que sea posible el acceso al objeto real de satisfacción.

De esta manera Freud nos presenta un primer sistema y un segundo sistema que son el origen de lo inconsciente y lo preconsciente. Siendo la actividad del primer sistema la que se orienta hacia la descarga de la excitación, en tanto el segundo sistema se dirige hacia la inhibición de la descarga y su mudanza en investidura ligada. Luego de terminada la actividad de pensamiento se cancela dicha inhibición y sobreviene la descarga en la motilidad.

El autor denomina Proceso primario al proceso psíquico del primer sistema caracterizado por trabajar con energía libremente flotante o móvil que fluye hacia la descarga de modo rápido y directo. Siendo el proceso psíquico del segundo sistema el Proceso secundario que funciona con energía ligada, es decir que la energía invistiente se liga a una representación demorando la descarga, es decir aplazando la satisfacción hasta una mejor oportunidad, para fluir después en forma controlada.

Por esta razón Freud señalará que el Principio de Placer rige en el proceso primario y el Principio de Realidad en el proceso secundario. De tal modo que la obtención de placer no se anula ni se descuida por el acatamiento de la realidad sino que se planifica, quedando posibilitada por la actividad de pensamiento. Por ejemplo si quiero aprobar una materia, no voy cualquier día a la facultad y sin hacer un recorrido bibliográfico. Primeramente hago ese recorrido por los autores señalados en el programa de la materia, averiguo la fecha de examen y me inscribo para tener derecho a participar de esa mesa examinadora. El día indicado me presento a rendir y en el mejor de los casos, obtendré la satisfacción de la aprobación de esa asignatura, me procuraré ese placer esperado. Sin duda, tuve que esperar. De ahí que el proceso secundario admite la categorías de tiempo y espacio, en tanto en el proceso primario opera la simultaneidad, es a-temporal y a-espacial.

El proceso primario aspira entonces, a la descarga inmediata de excitación procurando producir una identidad perceptiva- ya habíamos visto en la mencionada ficha anterior que se trata de una identidad perceptivamente idéntica a la experiencia de satisfacción- que intenta repetir la percepción del objeto que proporcionó satisfacción, con la abundante investidura del polo perceptivo.

El proceso secundario procura la inhibición de dicho drenaje, lo demora y posteriormente produce la descarga en la motilidad. Apunta a la identidad de pensamiento con la vivencia de satisfacción y la investidura idéntica de ese recuerdo se alcanza por la vía motriz. Para lo cual hay investidura de huellas mnémicas, se cargan las huellas que activan su función: la memoria. De tal modo que experiencias anteriores almacenadas en ellas permitirán ejercer una acción adecuada que modifique el mundo exterior proporcionando el objeto efectivo de satisfacción.

Habíamos señalado los mecanismos de condensación y desplazamiento presentes en el modo de trabajo del que resultan los “procesos psíquicos incorrectos”, ahora podemos ubicar que esos mecanismos son propios del proceso primario.

En el proceso secundario estos mecanismos se minimizan porque en las cadenas de pensamientos hay conexiones de unos con otros, que posibilitan la inteligibilidad de una oración y la conformación de un texto coherente oral o escrito. El pensar se interesa por estos nexos entre representaciones.

Esas conexiones entre los elementos de una cadena de pensamientos quedarían suprimidas en la condensación en la cual varios elementos se funden en una unidad y donde el contenido de cada elemento pasa a ser accesorio. Aquí cobra valor el contenido de cada uno de esos elementos y el enlace entre ellos.

Además se produce un mínimo de desplazamiento porque se conservan en estado ligado la mayoría de las investiduras – la energía invistiendo la representación- y se descentran pequeñas cantidades de energía, solo lo necesario para que la actividad de pensamiento sea posible.

Agrega Freud que el proceso primario se da desde el comienzo de la vida en tanto que el secundario se constituye poco a poco dependiendo de la singularidad del sujeto, que alcance un mayor o menor imperio.



Nélida A. Magdalena

"ACERCA DEL DESEO QUE SE REALIZA EN EL SUEÑO"

Siguiendo con esta serie de puntualizaciones del capítulo VII de “La interpretación de los sueños”, nos ocupamos en esta oportunidad del recorrido y comentario del apartado “Acerca del cumplimiento de deseo”.

En el título del presente trabajo utilizamos el término realización, vocablo tratado como sinónimo de cumplimiento según los diferentes traductores de la obra de Freud. Y esto es correcto pero no estrictamente riguroso.

Cumplimiento - del latín *complere*, llenar, completar- es ejecutar algo a que se está obligado, es obrar en conformidad con una disposición, lo cual nos remite predominantemente al área jurídica, donde un trámite, una ordenanza o un compromiso se cumple o no se cumple, no se puede cumplir en forma fragmentaria, incompleta.

Por lo tanto desde nuestra perspectiva y teniendo en cuenta la naturaleza del deseo no podríamos aplicar ajustadamente este vocablo porque ningún deseo se alcanza jamás totalmente... siempre queda un resto que permite seguir deseando. Por esto nos orientamos hacia la idea de un cierto logro parcial, como en el mundo mercantil donde se realizan mercaderías u otros bienes, es decir se convierten en dinero, empleándose sobre todo en las liquidaciones donde el precio obtenido es bajo con relación al valor de lo vendido. No obstante, en todos los casos el valor de las mercaderías no es equivalente al precio que se obtiene de su venta porque éste, está determinado por la ley de oferta y demanda del mercado. Esta ley está fuertemente influida a su vez, por variables coyunturales.

Referirse a la realización de deseo es admitir que aquello que se desea se figura parcialmente en el sueño, sobre todo si advertimos que como toda transacción o formación de compromiso, el sueño se forma allí donde dos deseos opuestos hallan expresión.

El deseo preconsciente es siempre el deseo de dormir, por lo que el sueño al realizar este deseo, se constituye en el protector del dormir, se sueña para seguir durmiendo. Señalamos aquí una primera función del sueño.

En cuanto al deseo inconsciente reprimido que se figura en el sueño, tiene en el adulto la intensidad de lo infantil y es indestructible. Los procesos de excitación inconscientes tienen dos destinos: buscan la descarga en la motilidad o se someten al imperio del preconsciente y en lugar de descargarse, dicha excitación es ligada por éste. Cuando logra ser ligada se forma el sueño, y ubicamos en esto una segunda función del sueño. Es oportuno que aclaremos que hay contenidos inconscientes que permanecen como energía flotante, es decir que no se descargan ni se ligan.

Siguiendo en el ámbito mercantil Freud toma el simil del comercio cuando hace referencia a un socio industrial o pensamientos latentes del sueño y a un socio capitalista o deseo inconsciente para describir el contacto o el “contrato” que se establece entre ambos.

Entre los pensamientos latentes del sueño se encuentran unos residuos de vivencias recientes llamados restos diurnos que, por su tono inofensivo ante la censura, son utilizados como cobertura por el deseo inconsciente en su intento de devenir consciente. Así, estos pensamientos latentes pueden incitar a la formación del sueño, pero como su fuerza no es suficiente, deben recibir un envión desde el deseo inconsciente, que como tal está siempre alerta y dispuesto a lograr expresión.

Tengamos en cuenta por lo expuesto que lo inconsciente ofrece la fuerza pulsionante para la formación del sueño, y por ende para la realización de deseo. Y que además en el comienzo, habíamos mencionado la naturaleza psíquica del deseo al perseguir el propósito de justificación para el empleo del término realización.

Freud nos va a esclarecer sobre la naturaleza psíquica del deseo con el auxilio del esquema del aparato psíquico. Y afirma que originariamente, en un momento hipotético toda excitación que le llegaba desde afuera era inmediatamente descargada a través de la motricidad, para mantenerse libre de estímulos.

Pero surgen las necesidades corporales que provocan una excitación desde adentro, y que no se resuelven con la descarga por vías motrices. En el ejemplo de la nutrición, hace referencia al niño que llora y patalea pero la situación no cambia para él: continua sintiendo hambre. Sólo adviene un cambio, es decir se cancela la excitación interior cuando por el auxilio ajeno se hace la experiencia de la vivencia de satisfacción.

La necesidad provocó una excitación imprimiendo una huella mnémica, y la satisfacción de esa necesidad dio lugar a la percepción del objeto de satisfacción, que en el ejemplo usado es el acceso al alimento, cuya imagen mnémica queda asociada a la huella de la necesidad.

Cuando aparezca nuevamente la necesidad, en virtud de este nexo, la imagen mnémica de la percepción del objeto de satisfacción intentará ser investida o “recargada” por una moción psíquica- que aproximadamente designamos como movimiento en términos energéticos, o móvil- para producir nuevamente esa misma percepción en el interior del aparato, es decir un objeto alucinatorio, con el fin de volver a establecer la satisfacción primera. Esta actividad psíquica primera tendía hacia una identidad perceptiva, esto es “perceptivamente idéntica a la vivencia de satisfacción”.

A la moción psíquica que intenta investir a la percepción, la llama deseo y el surgimiento de la percepción del objeto de satisfacción, realización de deseo. De ahí que supone que en el aparato primitivo el deseo terminaba en una alucinación por la vía regrediente.

Sin embargo, el objeto alucinatorio no daba satisfacción a la necesidad, por lo cual para conseguir el objeto real de satisfacción, se debía detener la regresión para que no vaya más allá de la imagen mnémica y no se produzca la alucinación. Esta detención lleva a un desvío hacia el mundo exterior que está bajo el gobierno de un segundo sistema.

Desde la imagen mnémica se produce una actividad de pensamiento hasta que se establece la percepción del objeto real de satisfacción con la modificación del mundo exterior, a lo que denomina identidad de pensamiento y así el pensar es lo que sustituye al deseo alucinatorio.

La experiencia de la vivencia de satisfacción con la satisfacción real y la alucinatoria, constituye el fundamento sobre el cual el autor apoya la descripción de la naturaleza del deseo. Pues el deseo es una búsqueda de satisfacción real pero se forma sobre la base del modelo de la alucinación en el aparato primitivo.

Este aparato se regulaba por el empeño de descargar inmediatamente la excitación que provenía del exterior para mantenerse, si fuera posible, libre de toda excitación. Pero como consecuencia de la experiencia de la vivencia de satisfacción se produce una acumulación de la excitación, un aumento de tensión que es percibido como displacer. Esto pone en actividad al aparato que intenta buscar la satisfacción, es decir una disminución de la tensión que es percibida como placer.

Freud afirma que la corriente que se produce en el aparato que parte del displacer y se dirige hacia el placer es lo que conocemos como deseo: “ sólo un deseo y ninguna otra cosa , es capaz de poner en movimiento al aparato, (...) el decurso de la excitación dentro de éste es regulado automáticamente por las percepciones de placer y de displacer...” ( Freud,S. 1.900, pág.588).





Nélida A. Magdalena

"APARATO PSÍQUICO Y REGRESIÓN"

A través del estudio de los sueños Freud nos presenta al aparato psíquico y su forma de trabajo. Sin embargo, esta estructura da explicación de todo el funcionamiento del psiquismo abarcando también a fenómenos tales como los síntomas, actos fallidos, el chiste, etc.

El término aparato remite a lo que está dispuesto para un fin, teniendo una vertiente que se dirige hacia aquello que se muestra y otra hacia lo que es útil. El aparato freudiano es un instrumento que sirve, que es utilizado para mostrar. Siendo una organización que como conjunto de elementos reunidos, funciona.

Funciona como un instrumento que muestra la realidad desde la particularidad del sujeto. Así cada sujeto porta sus síntomas y forma sus sueños. No podemos hablar de “la realidad” para todos, no hay universales, y estos fenómenos hacen referencia a lo más singular de cada uno. El vocablo fenómeno según el diccionario, es “toda manifestación o apariencia, tanto del orden material como del espiritual” (Varios Autores, 1.972, p. 529).

Por lo que entendemos que éstos son una manifestación de la existencia de una instancia que no se conoce en forma directa, sino indirecta a través de estos efectos que aparecen en la conciencia.

El capítulo “La regresión” - apartado B del capítulo VII de “La interpretación de los sueños” - comienza con una expresión que Freud toma de Fechner: “El escenario de los sueños es otro que el de la vida de representaciones de la vigilia.” (Freud, S. ,1.989, p.529) .
Y aclara que es este supuesto el que permitirá estudiar las características de los sueños.

A partir de “ese otro escenario” ubica un lugar, una localidad psíquica. Este adjetivo sirve para no confundirla con un lugar anatómico porque señala que nos manejamos en el terreno de lo anímico.

En este contexto citamos: “Imaginamos entonces el aparato psíquico como un instrumento compuesto a cuyos elementos llamaremos instancias o, en beneficio de la claridad, sistemas.” ( ant.cit.,p. 530)

Como ya hemos indicado, se trata de una ficción o de una construcción ideal que imagina como un instrumento compuesto. A sus elementos los llama instancias o sistemas, que son espacios virtuales que mantienen una regulación peculiar. Es decir que en cada sistema rigen leyes de funcionamiento que les son propias. Estas leyes de funcionamiento son las que diferencian a los sistemas, y dan lugar a dos modos de trabajo que determinan procesos psíquicos distintos: proceso primario y proceso secundario. Estos son temas pendientes para un desarrollo posterior.

Avanzamos un poco más y observamos que Freud utiliza en su descripción un simil : “Proponemos seguir esta sugerencia: imaginarnos el instrumento de que se valen las operaciones del alma como si fuera un microscopio compuesto, un aparato fotográfico, o algo semejante. La localidad psíquica corresponde entonces a un lugar en el interior de un aparato, en el que se produce uno de los estadios previos de la imagen. En el microscopio y en el telescopio, como es sabido, estas son en parte unas localizaciones ideales, unas zonas en las que no se sitúa ningún componente aprehensible del aparato”. (ant.cit.,p. 529/30)

Tomando estos aparatos vinculados con la óptica afirma que en su interior, en los llamados espacios virtuales, se produce una de las fases preliminares de la imagen: sabemos que en la lente de cualquier aparato óptico, la imagen se forma en una zona que no coincide con la lente en sí.

En el aparato freudiano no se trata de lentes, sino de instancias o sistemas que se suceden uno a otro respondiendo a una secuencia que es fija, es decir que responde a una “orientación espacial” que el autor circunscribe a la fijeza de esa secuencia, a ese itinerario de instancias.

En el orden espacial tenemos elementos constantes, pero en el orden temporal se nos ofrece un elemento variable, que es el que lleva a cabo todo el movimiento que ocurre en el aparato. Se trata del tiempo de la excitación, que produce la excitación momentánea y la instalación de huellas permanentes.

Señala Freud : “Suponemos que un sistema del aparato, el delantero, recibe los estímulos perceptivos pero nada conserva de ellos, y por lo tanto carece de memoria, y que tras él hay un segundo sistema que traspone la excitación momentánea del primero a huellas permanentes” ( ant.cit., p.532)

En el aparato hay distribución de tareas como en toda buena organización, por lo cual la función de recibir las excitaciones momentáneas está a cargo de un polo perceptivo que se ubica en un extremo del aparato. Operando en el otro extremo, un polo encargado de descargar las excitaciones abriendo las puertas de la motilidad, el polo motor.

Así cuando esas excitaciones momentáneas se transforman en huellas permanentes, el conjunto de esos trazos, cuya función es la memoria, conforman el sistema mnémico. Si las huellas se reactivan, emergen los recuerdos en la vida de vigilia y por otra parte, se producen las imágenes de los sueños en el estado del dormir.

Ya vamos a establecer las diferencias entre ambas situaciones, por ahora quedan enunciadas. Retomemos lo desarrollado para seguir avanzando: contamos con un instrumento que presenta un polo perceptivo y uno motor en sus extremos, dando lugar a la formación de huellas de memoria, aquellas excitaciones que permanecen en el aparato en forma de archivo mnémico.

Las excitaciones que llegan al aparato, lo recorren con una determinada dirección: desde el polo perceptivo (PP) hacia el polo motor (PM). El polo perceptivo recibe los estímulos pero no los guarda, de esto se encarga un sistema que, como afirmamos, tiene aptitud para ello. Si los conservara, pronto limitaría su capacidad para nuevas percepciones.

Cabe agregar que las percepciones visuales tienen cualidad sensorial: nitidez y color, en tanto los recuerdos se presentan con escasa vivacidad sensorial o ninguna.

Estas operaciones del aparato ocurren en la vida despierta, en que las excitaciones lo recorren desde el PP hacia el PM, en dirección progrediente. Pero en el estado del dormir, se produce una contracorriente de excitación, es decir que el aparato es recorrido en forma inversa, en dirección regrediente.

Sin embargo, también en la vida de vigilia se produce esta contracorriente de excitación, por lo que la dirección regrediente no es privativa del dormir. La excitación llega hasta las huellas mnémicas que por ello se activan y aflora el recuerdo. En el fenómeno onírico es distinto y algo más complejo.

Vamos a partir de lo que Freud indica al respecto en este apartado que estamos trabajando: “Hemos visto que nos resultaba imposible explicar la formación del sueño si no osábamos suponer la existencia de dos instancias psíquicas, una de las cuales sometía la actividad de la otra a una crítica cuya consecuencia era la exclusión de su devenir-conciente” (ant.cit., p.534)

Freud conjetura que para la formación del sueño interviene una instancia que en principio señala como “criticada”, porque sus contenidos son displacenteros para la conciencia, y una instancia “criticadora” que tiene una relación más cercana con la conciencia.

El sistema preconsciente se ubica en el extremo motor del aparato, y detrás de él sitúa el inconsciente. El preconsciente es el que gobierna sobre la motilidad voluntaria y conduce al sujeto en la vida de vigilia. Sus contenidos pueden alcanzar a la conciencia bajo específicas condiciones por ejemplo, cierto nivel de intensidad psíquica o investidura, que conocemos como atención. Siendo ese nivel de investidura el que le permitirá vencer la censura para acceder a la conciencia.

Por otro lado, la censura que se erige entre el preconciente y el inconsciente, en el estado vigil mantiene y ejerce todo su vigor. Sin embargo en el estado del dormir, y merced a una serie de alteraciones propias de ese estado se rebaja, y aunque no totalmente, lo suficiente como para no detener el envión para la formación del sueño. Aquí Freud se pregunta: “... ¿en cuál de estos sistemas situamos el envión para la formación del sueño? (ant.cit., p.535)

Siguiendo la lectura de su texto hallamos que la fuerza para la formación del sueño la aporta el sistema inconsciente; los contenidos de este sistema pujan por alcanzar la conciencia. El inconsciente insiste y ... la conciencia resiste, porque logra interponer esta función de repulsa que ejerce la censura. Al estar disminuida su potencia, se produce el fenómeno onírico camuflando el deseo inconsciente, con los restos diurnos del preconsciente. Estos, son residuos de vivencias de la vigilia que son recientes e indiferentes, es decir que resultan inofensivos ante la censura.

Este proceso da lugar a la formación de sueños no alucinatorios, que son aquellos que consisten en pensamientos, ideas que aparecen al soñante pero que no se muestran en imágenes visuales.

En los sueños alucinatorios, la excitación adopta la dirección regrediente, es decir se dirige hacia el extremo sensorial alcanzando el polo perceptivo. De esta manera, los pensamientos, se mudan en las imágenes perceptivas de las cuales alguna vez surgieron. Constituyéndose éste en uno de los mecanismos del trabajo del sueño.

Freud sostiene que el sistema inconsciente comprende a las representaciones de cosas, que son aquéllas esencialmente visuales. Y el sistema preconsciente se caracteriza por ligar la representación de cosa a la representación de palabra que le corresponde, siendo esta última predominantemente acústica.

En el fenómeno onírico se retorna a la imagen de origen, perdiéndose además las relaciones conceptuales tales como “porque, o bien, por eso” y todas las preposiciones que hacen comprensibles las oraciones. Apareciendo un efecto de extrañeza propio de los sueños, aún en los de mejor composición.

Otros mecanismos propios del trabajo del sueño como la condensación y el desplazamiento cooperan en producir ese efecto de extrañeza, por obra de la censura onírica. Como ya lo indicamos la censura está aminorada pero no está cancelada, y la prueba de ello es la desfiguración onírica.

Así, condensación, desplazamiento y figurabilidad en imágenes visuales son mecanismos del trabajo del sueño que operan transformando el contenido latente del sueño en contenido manifiesto. Siendo éste último el que aparece en el relato del soñante, consistiendo no pocas veces en un solo retazo desde el cual se trata de reconstruir al sueño, en un intento de darle un orden para hacerlo más comprensible.

A esto se denomina elaboración secundaria, que es el cuarto mecanismo del trabajo del sueño, y que puede estar o faltar. Actúa sobre el material ya elaborado por los restantes mecanismos, es decir en un segundo tiempo. De ahí deriva su nombre, y por lo expuesto, con el fin de introducir un guión coherente, deforma aún más al sueño.

Volviendo a nuestro eje, en la regresión la animación alucinatoria se produce porque el polo perceptivo está vivamente investido, es decir que recibió abundantemente las intensidades adheridas en las representaciones. Y esto es efecto de las alteraciones propias del estado del dormir, en el cual se constata un recogimiento general de las investiduras o intensidades psíquicas, como consecuencia del deseo de dormir.

Así las intensidades se van transfiriendo y en el camino de reflujo no sólo alcanzan la huella mnémica, sino que se desbordan sobre el polo perceptivo, que de esta manera queda profusamente investido.

En el recordar deliberado, en cambio, la excitación toma la dirección regrediente pero no va más allá de las imágenes mnémicas y no llega a producirse la animación alucinatoria de las imágenes perceptivas, pues no alcanza al polo perceptivo. Esto hace que en el recordar o en la actividad del fantaseo diurno, “ se sabe que se está pensando”, a diferencia de los sueños alucinatorios en los que el soñante “ cree vivenciar”. Se presta creencia a lo que dicta la percepción y de esta forma la realidad objetiva queda cancelada.

Tengamos presente algo más: aunque son dos situaciones distintas, la regresión del estado de vigilia y la que se produce en los sueños alucinatorios, y nos hemos encargado de marcar sus diferencias, responden a un mismo mecanismo.

Nos estamos refiriendo a que la regresión siempre es efecto de la censura de la conciencia que no permite a una representación displacentera, el devenir consciente. Y a la vez, sobre esa representación se ejerce una gran atracción que parte desde el inconsciente. Subrayamos que estos dos factores: rechazo por un lado y atracción por el otro, se dan al mismo tiempo para que en un mismo movimiento tenga lugar este fenómeno, llamado regresión.

Uno de los mecanismos del trabajo del sueño que destacamos precedentemente como la figurabilidad en imágenes visuales o miramiento por la figurabilidad halla su fundamento en la regresión, operando como señalamos en el mismo sentido de reflujo.

Tomamos textualmente lo que indica Freud: “Así, llamamos “regresión” al hecho de que en el sueño la representación vuelve a mudarse en la imagen sensorial de la que alguna vez partió”. (ant. cit. P. 537)

El autor, en referencia al fenómeno de la regresión, destaca que el establecimiento del aparato anímico le ha permitido obtener dos evidentes ventajas:

1- Enlazar el fenómeno estudiado al esquema del aparato dotado de una dirección.
2- Describir la forma por la cual, por la regresión se pierden los nexos lógicos entre los pensamientos oníricos, dado que esas relaciones lógicas no se hallan en los primeros sistemas mnémicos y la única forma de expresión que hallan son las imágenes perceptivas.

Para concluir destaquemos lo que ya hemos advertido al comienzo de este trabajo y cuyo recorrido lo pone a prueba: el estudio de los sueños es, en principio el medio por el cual Freud accede a la construcción del aparato psíquico diferenciando sistemas por su modo de funcionamiento.

No obstante, Freud nos enuncia en la introducción al capítulo VII “Sobre la psicología de los procesos oníricos”: “No puede obtenerse, o al menos no puede fundamentarse, una inferencia acerca de la construcción y del modo de trabajo del instrumento anímico por medio de la indagación del sueño o de cualquier otra operación tomada aisladamente, por cuidadosa que ella sea; para este fin deberá conjugarse lo que el estudio comparativo de toda una serie de operaciones psíquicas arroje como elementos de constancia necesaria” (ant.cit., p. 506 )




Nélida A. Magdalena

“FUNCIONAMIENTO DEL PSIQUISMO A PARTIR DE LA FORMULACIÓN DEL APARATO ÓPTICO O VIRTUAL”

DEFINICIÓN DE SUEÑO

En términos generales definimos al fenómeno onírico: “ Los sueños son una realización alucinatoria de deseos sexuales, infantiles, reprimidos y, por consiguiente, inconscientes.”

El análisis y explicación de esta composición será tema de un trabajo posterior, en el que articularemos conceptualmente los sueños y la sexualidad.

No obstante, ya disponemos en el texto de S. Freud en el apartado B del capítulo VII “La regresión” de un concepto preciso, que circunscribe y describe. Un concepto es en rigor, la delimitación de un campo, donde se captura una porción de una superficie, que está conformada por elementos teóricos. La puntualización y explicación de esos elementos es el objetivo de este trabajo.

Rescatamos del citado texto lo siguiente: “El sueño es un acto psíquico de pleno derecho; su fuerza impulsora es, en todos los casos, un deseo por cumplir; el que sea irreconocible como deseo, así como sus múltiples extravagancias y absurdos, se deben a la influencia de la censura psíquica que debió soportar en su formación; además del constreñimiento a sustraerse de esta censura, cooperaron en su formación un constreñimiento a la condensación del material psíquico, un miramiento por su figurabilidad en imágenes sensibles y _ aunque no como regla- un miramiento por dar una fachada racional e inteligible al producto onírico.”

Tomamos la primera parte, que dice que el sueño es un acto psíquico de pleno derecho, y entendemos aquí que no se trata de un fenómeno arbitrario, ni al azar como decía el contexto científico del que emerge Freud. Porque aún cuando el misterio de los sueños había estimulado la curiosidad de los onirocríticos de todos los tiempos, los científicos rechazaban de plano la idea de que pudieran tener algún valor. Y ocuparse de su estudio no tenía ningún interés práctico, y aún más, revelaba una tendencia al misticismo.

En oposición a tal postulación, Freud sostiene que los sueños tienen el valor de un acto y que tienen un sentido, y que además ese sentido oculto puede ser develado por la interpretación. Esto les otorga otro estatuto, que como producto enigmático se ofrece para ser leído a la letra, en tanto que el autor lo designa como “texto sagrado” con un sentido a descubrir.
El sueño consiste en la actividad anímica del durmiente y es a través de ésta, que el soñante vive alucinatoriamente la realización de su deseo inconsciente. Teniendo el sueño la función de ligar la energía psíquica que desde el inconsciente no cesa de insistir, y por otro lado el producto onírico realiza el deseo del sistema preconsciente que es el deseo de dormir, se constituye en la solución de compromiso de los dos sistemas. Es un acto psíquico que tiene un sentido y que conforma una verdadera transacción entre sistemas en conflicto.
Aquello inconsciente reprimido, que no se sabe que se sabe, se pone en acto. Dice Freud, que lo que no se recuerda, se actúa y decimos nosotros parafraseando a Goethe que “cuanto el hombre ha olvidado o ignora, revive durante la noche”.

Si recortamos el segundo enunciado de la definición que estamos trabajando tenemos: su fuerza impulsora es, en todos los casos un deseo por cumplir.

¿Qué podemos decir de esa fuerza que posibilita la formación del sueño? Freud señala que el envión que se necesita, proviene del sistema inconsciente, que durante el reposo mantiene el nivel de las investiduras, o sea el nivel de las intensidades psíquicas. Afirmando además, que sólo un deseo proveniente del inconsciente puede poner a trabajar al aparato anímico, porque este deseo es eterno, inconmovible y sólo espera la oportunidad para manifestarse. Siendo el sueño el último vestigio de la vida anímica primitiva, donde el desear terminaba en un alucinar, según la conjetura freudiana que analizaremos oportunamente.

Siguiendo el itinerario de enunciados, nos encontramos con lo siguiente: el que sea irreconocible como deseo, así como sus múltiples extravagancias y absurdos, se deben a la influencia de la censura psíquica que debió soportar en su formación. La censura psíquica es una instancia que funciona entre sistemas. Si tenemos presente al aparato anímico la localiza-
mos entre el inconsciente y el preconsciente. Se trata de una función que se ejerce entre estos sistemas para impedir que aquello displacentero a la conciencia, acceda a ella a través del preconsciente, siendo sus criterios éticos y morales, los mismos que rigen en la vida cotidiana del sujeto, y que él advierte.

Por la peculiaridad del estado del dormir, con el recogimiento general de las investiduras, se produce también una disminución en la potencia que esta censura sustenta, no tratándose de un descuido, dice Freud, porque está clausurada la motilidad. La censura sólo duerme con un ojo, porque reacciona, produce efectos, y en caso extremo produce el despertar, poniendo en fuga a los actores de la escena onírica.

De esos efectos de la censura onírica, de su funcionamiento durante el sueño tenemos una prueba, que es la llamada “desfiguración onírica”. A la cual nos referiremos ahora.

Retomamos: además del constreñimiento a sustraerse de esta censura, cooperaron en su formación un constreñimiento a la condensación del material psíquico, un miramiento por su figurabilidad en imágenes sensibles y- aunque no como regla – un miramiento por dar una fachada racional e inteligible al producto onírico.

Nos remitiremos en la última puntualización a la disminución de la fuerza de la censura durante el dormir. La prueba de esta potencia rebajada es la formación misma del sueño.
Sin embargo el efecto de la censura aparece además, en los mecanismos del trabajo del sueño. Ellos son: condensación y desplazamiento, miramiento por su figurabilidad, y eventualmente, miramiento por dar una fachada inteligible al sueño o elaboración secundaria.

Por la condensación una representación recibe sobre sí las intensidades adheridas a muchas otras, logrando de esta forma figuración en el contenido manifiesto del sueño pues se unen intensidades débiles que sucumbirían en el trayecto. Tratándose de representaciones del contenido latente del sueño, que tienen algo en común y se funden en una unidad. Por el desplazamiento que se produce en el mismo movimiento, se corre el acento psíquico del sueño, se descentra y aparece lo principal como accesorio. La censura logra su meta haciendo que el soñante repare en lo más insignificante, lo más inofensivo, lo menos “censurable”.

El miramiento por la figurabilidad en imágenes sensibles, consiste en la mudanza de pensamientos en imágenes predominantemente visuales. En el sueño los pensamientos regresan a las imágenes desde donde partieron y se pierden, en consecuencia los nexos lógicos que hacen comprensibles las oraciones.

Puede agregarse en algunos casos, al material condensado, desplazado y figurado en imágenes visuales, un mecanismo llamado elaboración secundaria. En el intento de hacer más comprensible al sueño introduciendo un guión coherente, lo desfigura aún más, para beneplácito de la censura...


NÉLIDA A. MAGDALENA