“FUNCIONAMIENTO DEL PSIQUISMO A PARTIR DE LA FORMULACIÓN DEL APARATO ÓPTICO O VIRTUAL”

DEFINICIÓN DE SUEÑO

En términos generales definimos al fenómeno onírico: “ Los sueños son una realización alucinatoria de deseos sexuales, infantiles, reprimidos y, por consiguiente, inconscientes.”

El análisis y explicación de esta composición será tema de un trabajo posterior, en el que articularemos conceptualmente los sueños y la sexualidad.

No obstante, ya disponemos en el texto de S. Freud en el apartado B del capítulo VII “La regresión” de un concepto preciso, que circunscribe y describe. Un concepto es en rigor, la delimitación de un campo, donde se captura una porción de una superficie, que está conformada por elementos teóricos. La puntualización y explicación de esos elementos es el objetivo de este trabajo.

Rescatamos del citado texto lo siguiente: “El sueño es un acto psíquico de pleno derecho; su fuerza impulsora es, en todos los casos, un deseo por cumplir; el que sea irreconocible como deseo, así como sus múltiples extravagancias y absurdos, se deben a la influencia de la censura psíquica que debió soportar en su formación; además del constreñimiento a sustraerse de esta censura, cooperaron en su formación un constreñimiento a la condensación del material psíquico, un miramiento por su figurabilidad en imágenes sensibles y _ aunque no como regla- un miramiento por dar una fachada racional e inteligible al producto onírico.”

Tomamos la primera parte, que dice que el sueño es un acto psíquico de pleno derecho, y entendemos aquí que no se trata de un fenómeno arbitrario, ni al azar como decía el contexto científico del que emerge Freud. Porque aún cuando el misterio de los sueños había estimulado la curiosidad de los onirocríticos de todos los tiempos, los científicos rechazaban de plano la idea de que pudieran tener algún valor. Y ocuparse de su estudio no tenía ningún interés práctico, y aún más, revelaba una tendencia al misticismo.

En oposición a tal postulación, Freud sostiene que los sueños tienen el valor de un acto y que tienen un sentido, y que además ese sentido oculto puede ser develado por la interpretación. Esto les otorga otro estatuto, que como producto enigmático se ofrece para ser leído a la letra, en tanto que el autor lo designa como “texto sagrado” con un sentido a descubrir.
El sueño consiste en la actividad anímica del durmiente y es a través de ésta, que el soñante vive alucinatoriamente la realización de su deseo inconsciente. Teniendo el sueño la función de ligar la energía psíquica que desde el inconsciente no cesa de insistir, y por otro lado el producto onírico realiza el deseo del sistema preconsciente que es el deseo de dormir, se constituye en la solución de compromiso de los dos sistemas. Es un acto psíquico que tiene un sentido y que conforma una verdadera transacción entre sistemas en conflicto.
Aquello inconsciente reprimido, que no se sabe que se sabe, se pone en acto. Dice Freud, que lo que no se recuerda, se actúa y decimos nosotros parafraseando a Goethe que “cuanto el hombre ha olvidado o ignora, revive durante la noche”.

Si recortamos el segundo enunciado de la definición que estamos trabajando tenemos: su fuerza impulsora es, en todos los casos un deseo por cumplir.

¿Qué podemos decir de esa fuerza que posibilita la formación del sueño? Freud señala que el envión que se necesita, proviene del sistema inconsciente, que durante el reposo mantiene el nivel de las investiduras, o sea el nivel de las intensidades psíquicas. Afirmando además, que sólo un deseo proveniente del inconsciente puede poner a trabajar al aparato anímico, porque este deseo es eterno, inconmovible y sólo espera la oportunidad para manifestarse. Siendo el sueño el último vestigio de la vida anímica primitiva, donde el desear terminaba en un alucinar, según la conjetura freudiana que analizaremos oportunamente.

Siguiendo el itinerario de enunciados, nos encontramos con lo siguiente: el que sea irreconocible como deseo, así como sus múltiples extravagancias y absurdos, se deben a la influencia de la censura psíquica que debió soportar en su formación. La censura psíquica es una instancia que funciona entre sistemas. Si tenemos presente al aparato anímico la localiza-
mos entre el inconsciente y el preconsciente. Se trata de una función que se ejerce entre estos sistemas para impedir que aquello displacentero a la conciencia, acceda a ella a través del preconsciente, siendo sus criterios éticos y morales, los mismos que rigen en la vida cotidiana del sujeto, y que él advierte.

Por la peculiaridad del estado del dormir, con el recogimiento general de las investiduras, se produce también una disminución en la potencia que esta censura sustenta, no tratándose de un descuido, dice Freud, porque está clausurada la motilidad. La censura sólo duerme con un ojo, porque reacciona, produce efectos, y en caso extremo produce el despertar, poniendo en fuga a los actores de la escena onírica.

De esos efectos de la censura onírica, de su funcionamiento durante el sueño tenemos una prueba, que es la llamada “desfiguración onírica”. A la cual nos referiremos ahora.

Retomamos: además del constreñimiento a sustraerse de esta censura, cooperaron en su formación un constreñimiento a la condensación del material psíquico, un miramiento por su figurabilidad en imágenes sensibles y- aunque no como regla – un miramiento por dar una fachada racional e inteligible al producto onírico.

Nos remitiremos en la última puntualización a la disminución de la fuerza de la censura durante el dormir. La prueba de esta potencia rebajada es la formación misma del sueño.
Sin embargo el efecto de la censura aparece además, en los mecanismos del trabajo del sueño. Ellos son: condensación y desplazamiento, miramiento por su figurabilidad, y eventualmente, miramiento por dar una fachada inteligible al sueño o elaboración secundaria.

Por la condensación una representación recibe sobre sí las intensidades adheridas a muchas otras, logrando de esta forma figuración en el contenido manifiesto del sueño pues se unen intensidades débiles que sucumbirían en el trayecto. Tratándose de representaciones del contenido latente del sueño, que tienen algo en común y se funden en una unidad. Por el desplazamiento que se produce en el mismo movimiento, se corre el acento psíquico del sueño, se descentra y aparece lo principal como accesorio. La censura logra su meta haciendo que el soñante repare en lo más insignificante, lo más inofensivo, lo menos “censurable”.

El miramiento por la figurabilidad en imágenes sensibles, consiste en la mudanza de pensamientos en imágenes predominantemente visuales. En el sueño los pensamientos regresan a las imágenes desde donde partieron y se pierden, en consecuencia los nexos lógicos que hacen comprensibles las oraciones.

Puede agregarse en algunos casos, al material condensado, desplazado y figurado en imágenes visuales, un mecanismo llamado elaboración secundaria. En el intento de hacer más comprensible al sueño introduciendo un guión coherente, lo desfigura aún más, para beneplácito de la censura...


NÉLIDA A. MAGDALENA

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